El 19 de abril se conmemora el Levantamiento del Gueto de Varsovia, es interesante este texto de Jack Fuchs *
“...no
quiero vivir mientras los restos del pueblo judío en Polonia, uno de cuyos
representantes soy, son asesinados. Mis amigos en el Ghetto de Varsovia
perecieron empuñando las armas en esta última lucha heroica. No fue mi destino
morir como ellos, junto a ellos. Pero les pertenezco, a ellos y a sus tumbas
colectivas. Con mi muerte quiero expresar mi más enérgica protesta contra la
pasividad con que el mundo contempla y permite el exterminio del pueblo
judío...”
Estas líneas pertenecen a la carta de despedida que
el mártir Schmuel “Artur” Zygelboim dirigió, antes de suicidarse, durante la
noche del 11 al 12 de mayo de 1943, al primer ministro del gobierno polaco en
el exilio. La carta estaba dirigida al pueblo polaco y a los gobiernos y
pueblos de los países aliados, así como a la conciencia del mundo.
Este 19 de abril es como todos y no lo es. Es el
comienzo de Pesaj, tradición que celebra el Exodo y la libertad, y se cumplen
65 años del Levantamiento del Ghetto de Varsovia. Coinciden tristemente como en
aquel 19 de abril de 1943.
Recuerdo hoy mi último viaje a Polonia, acompañado
por mi hija. Me encuentro en la calle Mila, número 18, en Varsovia, allí donde
se erige el Monumento en el lugar donde se encontraba el bunker de la Zydowska
Organizacja Bojowa (ZOB), resistencia judía liderada por Mordejai Anielewicz,
líder del levantamiento.
No ha quedado nada. Ni rastros de la intensa vida
de aquella población judía, alrededor de 350.000 personas, antes de la Segunda
Guerra Mundial, íntegramente aniquilada durante la Shoá. No puedo dejar de
pensar que el Monumento en Mila 18 está ahí, solo, huérfano. Huérfano porque
cada uno de nosotros, cada grupo humano, cada nación, tiene sus propias
tragedias, su propio ejercicio de la memoria de ellas.
Y me tortura la pregunta, una y otra vez: ¿quién
debe recordar?
Desde 1943, año del Levantamiento, a la fecha, han
muerto en distintos conflictos nacionales y entre países, más de 200.000.000 de
personas. ¿Quién las debe recordar? ¿Cómo hacemos para evitar que se sigan
sumando de a cientos, miles y millones, resultado de enfrentamientos y guerras
para las cuales siempre hay alguna justificación?
Quiero rendir, desde estas líneas, mi homenaje a
aquellos que perecieron en ese histórico levantamiento y a todos aquellos que
no tuvieron, siquiera, esa posibilidad de luchar. El 19 de abril de cada año
hacemos memoria. Recordamos aquella heroica lucha armada y, con ella, toda la
dimensión del espanto y el horror de Auschwitz.
En estos días vuelvo a sentir la necesidad de
elevar una plegaria, la plegaria que el poeta idish Leivik escribiera y Eliahu
Toker tradujera al castellano:
Mi plegaria no sé a quién llevarla,
y la llevo;
mi plegaria no tengo a quién decirla,
y la digo.
Mi plegaria sobre el paladar se me hiela,
y la llevo;
mi plegaria revive en un estallido de ira,
y la digo.
Mi plegaria tantas veces se quiebra,
y la llevo;
mi plegaria se alza sobre seis millones de fosas,
y la digo.
Mi plegaria se derrumba y deshace sin palabras,
y la llevo;
mi plegaria para quien no sé si ha de oírla,
y la digo.
Y me digo nuevamente que mi tragedia no es siempre
la de mi prójimo. En el fondo, estamos, cada uno de nosotros, solos frente a
nuestra propia tragedia. Lo único que nos queda es tratar de contribuir con
nuestra memoria a una mayor conciencia del peligro que corremos si no logramos
vivir con mayor tolerancia y mayor respeto.
* Pedagogo, escritor y docente.
Sobreviviente de Auschwitz.
Con barbaridades como esta y otras que conocemos a lo largo de la historia, no se si pensar que somos una especie destinada a mejorar el mundo que vivimos (demostrado que no) o una equivocación de la línea evolutiva; un mal virus ubicado en el sistema principal de la tierra. Aunque si miramos los testimonios que nos traes, cabe lugar para pensar que hay otra posibilidad. Pero cuanto trabajito cuesta algunas veces.
ResponderEliminarGracias por recordarlo, Pablo.
Es verdad Nacho, la humanidad ha dado un Hitler, un Göering, un Himmler pero también un Janauz Korczak (pedagogo del cuál voy a escribirles), un Mordechai Anilevich o una Ana Frank.
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