jueves, 27 de marzo de 2014

Españoles, Suárez ha muerto. Viva España!!

Les recomiendo leer en el Blog de Nacho Rivas "Españoles, Suárez ha muerto. Viva España!!

Pueden leerlo clikeando ese blog, a la derecha de este. 

domingo, 16 de marzo de 2014

SOBRE ESTEREOTIPOS. AHORA LAS MODELOS SON ACADÉMICAS

Modelada

 Por Flor Monfort (Página12)

En una época se decía que Valeria Mazza teñía a los hijos. Ese amarillo yema de huevo no podía brillar tan parejo en las cabecitas pixeladas de los niños que todos los años juguetean en las arenas esteñas. También corrió un rumor sobre su luna de miel: que en un momento de las largas jornadas entre los recién casados, que convivían con los fotógrafos a una distancia prudencial para que las imágenes parezcan casuales pero no tanto, Alejandro Gravier se acercó a los paparazzis y les dijo: “No me la banco más a esta boluda”. Y algo que no es un rumor, sino el eco mismo de su voz paposa en la televisión, trae a la memoria esa declaración evidentemente sincera sobre la posibilidad de que una pareja del mismo sexo pueda adoptar y criar a un niño o niña. No lo dijo con estas palabras pero lo podría haber hecho: a Vale le parece un horror.
Su marido, Gravier, el que desfiló con galera y bastón el día de la boda televisada y siempre ofició de manager canchero, flamante accionista del New York Times, hoy la mira desde la platea de la Universidad de Palermo, donde Mazza presentó el programa educativo de su carrera. A partir de abril dirigirá un plan de estudios destinado a hombres y mujeres que quieran ser modelos y modelas. ¿Qué modelan? Ropa en principio, accesorios, joyas. Si son afortunados y logran trascender la pantalla, modelarán estilos de vida, conductas, formas de fumar o de cortarse el pelo. Pero Vale, feliz por el primer aniversario de Pancho al frente del Vaticano, se sentó junto a Oscar Echevarría, el rector de la UP, y diseñó un programa acorde a las necesidades de los y las futuras estudiantes, tan jóvenes ellos y ellas que más vale que alguien se ocupe de explicarles. Porque, se sabe, modelar no es fácil: hay que esperar mil horas hasta que preparen las tomas, comer la ensalada de rúcula con los ruleros puestos, con lo difícil que resulta mover la cabeza con tamaña rigidez en la coronilla, yirar de agencia en agencia hasta que un manager te acepte y seguir sus reglas. Ni hablar si sos del interior como Vale, y tenés que convivir en un departamento con otras chicas que ni conocés y con quienes te tenés que llevar bien sí o sí.
Al dudoso criterio de la institución (una universidad que tiene como principal canal de comunicación la emisión de Los Simpson e islas en los shoppings) de generar una aventura educativa con la señora que quiso ser Susana pero no pudo (y no pudo por la misma razón que la hace posar con cara de asco en una foto espontánea con los wachiturros), se suma la cara de piedra que hay que tener para plantarse en un auditorio a pedirles a los jóvenes que les saquen punta a los lápices para anotar los módulos de este carrerón: “Practicar para modelar” y “Conocer para modelar” con materias como “branding”, “equilibrio personal” o “mkt” (sic). Muchos jóvenes aplaudieron la apuesta, para la que no se requiere secundario completo y mucho menos (esto lo aclaró con mucho énfasis Vale ante el auditorio) ser lindo ni linda. Porque lo lindo de las personas va por dentro.
Es interesante el peso que tiene la palabra modelo cuando se trata, por ejemplo, de la rebelde Kate Moss, de la inconveniente Naomi Cambpell o de la súper popular Giselle Bundchen viralizando una foto de sí misma dando la teta a su bebe mientras la peinan y maquillan. Las modelos son desde los ’90 marcas en sí mismas si tienen la suerte de Valeria, Giselle o Naomi, pero una gran masa de anónimas siguen siendo caras y cuerpos que interpelan a un tipo de mujer, que debe ser de determinada manera y, sobre todo, tener la textura imposible del photoshop. Tecnologías al margen, poco funciona como espejo para una que no entra en los cánones (¿la mayoría?) y difícil es imaginarse cómo articular una enseñanza de este tipo sin desencajarse de risa, sobre todo cuando quien está a cargo tuitea cosas como “Hola!! Hoy empieza una semana muy linda e importante para mí, por un proyecto educativo que presentaré mañana..! Besos.
Besos a vos, Vale. Gracias por tanto.

martes, 4 de marzo de 2014

OSCAR; GLAMOUR Y POLÍTICA

La entrega de los premios, Oscar por parte de la  Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, no es solamente un hecho artístico, sino -y fundamentalmente- un hecho comercial y político.
El film "12 años de esclavitud" obtuvo dos estatuillas menores y el premio a la mejor película, aunque pareceía que podría arrasar con los premios. Pero es interesante analizar, que pasó con esta cinta 
Dirigida por Steve McQueen y basada en la historia de Solomon Northup, un hombre libre de raza negra que fue esclavizado injustamente en los tiempos en que Estados Unidos todavía debatía abolir la esclavitud, si bien tenía muchas nominaciones -9 en total-, se alzó con dos estatuillas "preliminares" (el premio a Lupita Nyong'o y el de mejor guión adaptado), para luego alcanzar el más importante de todos los rubros: mejor película.
¿Qué significa que en medio de la crisis que sacude los Estados Unidos, con un presidente negro acosado por la derecha del Tea Party, la película premiada sea precisamente esta?
¿Cuántas veces, hechos culturales como un film, sirven para exculpar o justificar o reafirmar personajes públicos? ¿Está necesitando el desgastado "Premio Nobel de la Paz" -que no ha dejado de promover intervenciones militares y ahora mismo amenaza a Rusia- un respaldo simbólico ante los avances de la derecha norteamericana?
En los años 70, el escritor chileno Ariel Dorfman escribió un libro memorable "Para leer al Pato Donadld". Tal vez, en una misma clave, sería interesante leer los Premios Oscar.

DON'T CRY FOR ME ARGENTINA

Interesante análisis de Mempo Giardinelli sobre Malvinas y la situación actual 

No, la Argentina no llora por usted, Sr. Cohen

 Por Mempo Giardinelli

En The New York Times del jueves, una nota de opinión titulada “Llora por mí, Argentina” y firmada por Roger Cohen, a quien La Nación presenta como “veterano periodista”, plantea una vez más el viejo mito de la Argentina rica y próspera del pasado, en contraste con un supuesto presente abominable.
La circunstancia que hoy vive este país torna ineludible refutar los conceptos del Sr. Cohen, que sostiene lo mismo que muchos artículos de Mario Vargas Llosa y otros connotados columnistas de El País, The Washington Post, O Globo y otros medios. De ello se hacen eco los exagerados corresponsales de los grandes diarios porteños, que los reproducen y destacan en portadas y portales y los celebran como victorias parciales contra el kirchnerismo.
Para clarificar a colegas como el Sr. Cohen, en primer lugar hay que subrayar que eso de que la Argentina “era un país más próspero que Suecia y Francia hace un siglo” es mentira. En todo caso, éramos un país periférico, casi una colonia, con muchas riquezas naturales pero estructuralmente atrasadísimo y gobernado por dirigencias prebendarias, racistas, corrompidas y serviles.
Desde luego que se puede entender que al Sr. Cohen le disguste tanto el peronismo, pero lo que importa acá y ahora no es discutir el peronismo con él, sino señalar su incapacidad de despojarse de prejuicios que lo llevan a confundir la compleja realidad de una nación que hace 100 años no sólo no era mejor que ahora, sino que era infinitamente peor, porque era mucho más injusta, de conductas primitivas y sometida a una aristocracia ciega y mezquina y a la codicia externa que siempre despertó su elogiada riqueza.
No vale la pena responder sus clichés sobre estadísticas, tipo de cambio y participación en los mercados de capitales, que parecen tomados de los artículos que aquí firman economistas de oscuros pasados. Pero sí cabe aclararle que en la Argentina no tenemos ninguna “obsesión” por lo que él llama despreciativamente “pequeña guerra perdida” en Malvinas, y en cambio, sí tenemos memoria de un atropello histórico, así como mucho dolor por la estupidez criminal de un gobierno militar asesino al que el país del Sr. Cohen protegió y ayudó de manera inmoral.
Por cierto, a este respecto, bueno sería exhortar al Sr. Cohen a que se pronuncie acerca de la moralidad política de las grandes guerras victoriosas de las que participó su país en por lo menos los últimos 150 años, o sea todas las guerras del mundo y en las que murieron varios millones de seres humanos.
Hay que puntualizar, además, que la Argentina nunca fue más próspera que Suecia, Francia, Austria, Japón y otros países que pone como ejemplo, porque desde la Independencia éste fue un país acosado y expoliado, con enormes masas de analfabetos, sobrado de explotación humana, sin leyes sociales y sin viviendas ni salud pública ni escuelas suficientes, y encima dirigido por políticos fraudulentos que sólo sabían medrar con el sudor de criollos e inmigrantes.
Es cierto que “teníamos las tierras más fértiles del mundo en la pampa”, pero la concentración en pocas familias y los nulos impuestos a la tierra improductiva hacían de esa riqueza un espejismo para millones de ciudadanos y ciudadanas que carecían de casi todos los derechos.
Por eso, le guste o no al Sr. Cohen, ese “coronel llamado Juan Domingo Perón y su mujer Eva” fueron quienes empezaron a cambiar las cosas. Con estrategias populistas y demagógicas, si se quiere, y con exaltaciones y una desprolijidad general que hubiera sido mejor evitar. Pero abrieron la posibilidad de una vida digna a los que hasta entonces solamente padecían humillaciones.
El Sr. Cohen escribe: “Había tanto para saquear, tanta riqueza en granos y ganado, que instituciones sólidas y leyes –sin mencionar un sistema de impuestos que funcione– parecían una pérdida de tiempo”. Claro que no se pregunta quiénes fueron los saqueadores, los dueños de granos y ganado o los que impidieron durante décadas “un sistema de impuestos”. La respuesta, si se lo preguntara, es muy fácil: eran y siguen siendo más o menos los mismos que hace 100 o hace 30 años, los mismos que ahora que sí tenemos un sistema fiscal evaden a lo bestia.
No soy quien para defender al peronismo, pero debiera el Sr. Cohen saber que por una neutralidad que ni su país ni la Europa blanca le perdonaron jamás, se inventó el mito de un Perón nazi-fascista con una esposa puta y ambiciosa, y así enlodaron toda posibilidad de comprensión y análisis. Sólo ignorando eso puede escribir que los argentinos amamos esa “mezcla extraña de nacionalismo, romanticismo, fascismo, socialismo, pasado, futuro, militarismo, erotismo, fantasía, lloriqueo, irresponsabilidad y represión”.
La nota del Sr. Cohen sólo muestra que no sabe nada de este país. Puros lugares comunes, frases hechas y los mismos, viejos eslóganes de ciertas derechas latinoamericanas.
Finalmente, escribir que “Brasil está en proceso de ser la Argentina, la Argentina está en proceso de transformarse en Venezuela y Venezuela, en Zimbabwe”, como postula el Sr. Cohen, es un comentario racista, discriminatorio y ofensivo para la nación africana, Brasil y nosotros, pero sobre todo es una afirmación equivocada y no inocente. Quizá le duele el ALCA, todavía, o no soporta la Unasur ni la Celac, pero un buen periodista profesional no debería desconocer que todos los pueblos en desarrollo tienen conflictos severos y que los procesos nacionales son únicos e intransferibles.
Y es cierto que hoy tenemos inflación y no tenemos políticas anticorrupción. Y también que las clases medias están enervadas y quedan todavía por lo menos tres millones de marginados. Pero al menos los nuestros salen a la calle y protestan, y tienen escuelas y hospitales gratuitos en muchos casos insatisfactorios, pero no padecen como los 40 millones de pobres que hay en el país del Sr. Cohen y que no pueden ir a hospitales públicos gratuitos porque de hecho no existen.
Tengo algunas diferencias con el gobierno actual, pero es el gobierno que eligió el pueblo argentino y el día que se retire será solamente porque otro partido le ganó en elecciones libres. Mientras tanto, las personas que como el Sr. Cohen opinan sobre la Argentina con tanta presuntuosidad y desconocimiento resultan patéticos. Tanto como los que aquí, en la Argentina, celebran su patetismo.

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