jueves, 26 de julio de 2012

HAY QUE ECHARLOS AL MAR


Comparto con ustedes, este interesante artículo del periodista español Manolo Saco, sobre algunas "extrañas" mezcolanzas en las manifestaciones españolas.  
23 de julio de 2012 
Cerca del 60% de los españoles nació ya en democracia. Para todos ellos, la dictadura franquista, la transición tramposa, la componenda de la restauración de la corona de los Borbones, o el soterrado ruido de sables bajo el que se redactó la Constitución son batallitas del abuelo cebolleta. La democracia existe para ellos como existe el aire que respiramos: creen que es natural, que sin él, sin ella, no podríamos vivir. Pero ahora están aprendiendo en sus carnes que la democracia, al igual que el aire, te la pueden contaminar, y que fuerzas oscuras y poderosas amenazan con degradar su calidad hasta dejarte sin respiración o sin libertad.
Todavía hoy hay que explicarles que la democracia no cayó sobre nuestras cabezas de manera inevitable, como la lluvia, sino que una generación de españoles se batió el cobre por ellos y su futuro en las fábricas, en la universidad, en la calle, contra una brutal policía represora, uniformada de gris y correaje, a la que distinguíamos del caballo que montaban por la mirada dulce del caballo. 
Tan natural es que los hijos de los represores, sentados hoy en su mayoría en los escaños del PP en el Congreso, se declaran entusiastas defensores de los derechos democráticos, como si su fundador no hubiese pertenecido jamás al aparato criminal que sustentó la dictadura, como si su presidente de honor, el hombrecillo insufrible que susurra a Rajoy desde FAES el camino tortuoso de nuestra salvación, no hubiese sido un joven falangista cuyo ideario político habría de sonrojar al mismo Fraga Iribarne, que dios tenga en su gloria, es decir, en ninguna parte.
Cuando ya no había que pegarse con la policía para ejercer los derechos ciudadanos, los herederos sociológicos del régimen comprobaron que las manifestaciones, además de un lugar divino de la muerte donde conocer gente y lucir los últimos modelos de Rolex y abrigos de visón, eran útiles para protestar por el ataque malvado de los socialistas a sus privilegios y sus creencias disparatadas. Montaban sus botellones espirituales en la madrileña plaza de Colón, bendecidos por la obispalía montaraz, y se ganaban de paso el cielo llamando a Zapatero asesino hijoputa, jaculatoria que, repetida tres veces, aseguraba la obtención de indulgencia plenaria.
Con semejante entrenamiento, los votantes de esa derecha, a los que ni se les pasaba por la cabeza que un Gobierno “de los suyos” se atrevería algún día a tocarles el IVA, la nómina, la pensión, las prestaciones sanitarias y hasta las mismísimas pelotas, recordaron de pronto que las manifestaciones sirven para intentar influir en el Congreso de los Diputados, incluso en el ánimo de aquellos a los que, engañados por falsas promesas, auparon al poder con sus votos desgraciados, por mucho que blinden con vallas tan magnífico recinto para dormir la siesta, en un vano intento de que no retumbe dentro la voz de la calle.
Rajoy les tocó lo más sensible de su ideario vital, moral y político: las pelas, la cartilla, los moscosos, la paga extraordinaria de la natividad de su dios. Y de pronto este Gobierno logró así un récord en nuestra historia democrática: cabrear a propios y extraños, a amigos y enemigos, y juntarlos a todos en las macromanifestaciones de la semana pasada, millones de personas en total, “miles” según el nuevo NODO de la nueva TVE, gritando todos a una: ¡dimisión!
Juro por ese dios que no existe que jamás había estado en manifestación tan extravagante, por insólita, con tanta gente de la derecha de toda la vida a mi lado, codo con codo, coreando el lema colectivo puesto de moda por uno de los suyos, por su grosería la señora Fabra: ¡que se jodan! Me resultó tan raro, una compañía tan extraña a mí, que ni siquiera me atreví a gritar que se jodiesen, por no molestar, mireusté. No vaya a ser que a la próxima mani ya no vengan.
Los mismos que no hace muchos años salían a la calle contra el Estatuto de Cataluña, el aborto, el matrimonio homosexual y los recortes de Zapatero, pedían ahora a mi lado la dimisión de Rajoy. El mundo se acaba, definitivamente. Cierto es que se les notaba poca destreza manifestante, quizá cierta timidez, como si estuviesen cometiendo un pecado venial contra su clase, como si temiesen ser vistos por los agentes secretos de Benedicto XVI infiltrados en las marchas, y hasta me dio un puntito de miedo verles tan irritados, porque os recuerdo que la derecha, cuando alcanza la masa crítica de cabreo, fusila. No se anda con coñas de juicios. Y creo que no es para tanto, no hay que hacerle al Gobierno juicios sumarísimos como solían sus mayores: ¡basta simplemente con empujarles hasta el mar!
El malgobierno de Rajoy sigue esgrimiendo que gobierna con el apoyo de la mayoría de los ciudadanos, cuando en realidad solo le votó el 30,27% (a ver, repito: el 30,27%) de los españoles con derecho a voto, descontada la abstención. Es decir, ¡prácticamente el 70% de los españoles no le votó! Y además, considerando que buena parte de sus votantes, a juzgar por el pelaje de los manifestantes de la semana pasada, se siente engañado por un programa oculto al que de ninguna manera hubiesen dado su consentimiento, de saberlo de antemano, resulta que el PP estaría gobernando en estos momentos contra el parecer de, quizá, el 90% de sus conciudadanos, como cuando Aznar nos metió en la guerra de Irak.
Pero, cuidado, el Gobierno del PP que se ha revelado como un fraude democrático, un Gobierno legal pero ilegítimo, ya que no puede acallar el clamor que proviene incluso de los suyos, se apresta a matar al mensajero. Ha puesto sus patas en prácticamente todos los medios de comunicación masivos, pero siente que la calle y las redes sociales de comunicación se le escapan de las manos. Si las ideas siempre resultaron ser más fuertes que los fusiles, ahora se revelan como bombas atómicas por la reacción en cadena que se propaga a través de los smartphones. Pronto tendremos a la policía cacheándonos, no en busca de una navaja o un cóctel molotov, sino de un teléfono móvil con la mecha de twitter encendida.
La economía se les va de las manos, el país está a punto de ser intervenido, los suyos le dan la espalda porque han descubierto el trampantojo con que disimulaban su ineficacia, pero al Gobierno solo le preocupa que todo ello llegue a saberse. El Ministerio de Interior está diseñando un cambio de legislación para que la difusión a través de Internet de las convocatorias de manifestación que no hayan obtenido permiso administrativo previo sean consideradas “delito de integración en organización criminal” cuando acaben siendo “violentas” o alterando “gravemente el orden público”. Varios años de cárcel, en suma. Esencia pura de fascismo.
El Gobierno que más ha hecho por alterar el orden público, el pirómano que enciende un fuego cada vez que un ministro abre la boca, conoce bien cómo solucionan esto los regímenes dictatoriales: criminalizando las redes sociales que no pueden dominar ni acallar.
Así que, démonos prisa, echémoslos al mar antes de que publiquen el decreto. Y, a ser posible, antes de que aprendan a nadar.

Manolo Saco
Periodista (Orense, 1947). Desde el año 1971 ha trabajado en Cambio 16, ha sido director de la revista Ciudadano de defensa del consumidor. Fue jefe de la sección de Economía y, posteriormente, de Cultura y Sociedad de los Servicios Informativos de TVE, subdirector del diario El Sol y otros. Fue columnista de Público

martes, 24 de julio de 2012

lunes, 23 de julio de 2012

¿OFICIALISMO CRÍTICO?

Maldigo la poesía concebida como un lujo, cultural por los neutrales, que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
GABRIEL CELAYA

En mis habituales conversaciones con familiares, colegas y amigos, algunos – que poco simpatizan con nuestro gobierno nacional- me tildan (¿me acusan?) de ser oficialista. El Diccionario de la RAE dice que oficialista es el “Conjunto de tendencias o fuerzas políticas que apoyan al Gobierno.” Y, sí, pensado desde ese significado, me asumo oficialista.

Oficialista de un presidente, que en un pequeño y muy fuerte acto simbólico, puso las cosas en su lugar, ordenando sacar el cuadro del represor Videla, de la galería de los retratos de los presidentes, en la Casa Rosada. Pero no solo eso, ya que hoy Videla está en prisión –como cualquier delincuente- pagando por sus responsabilidades en los secuestros, torturas y desapariciones. Algo que intentó el ex-juez Garzón en España, respecto a los crímenes del franquismo, y le costó el puesto. En cambio aquí, a Videla lo han seguido muchos otros represores, de primera, segunda y tercera línea, gracias a la reapertura de los juicios de la verdad.

Oficialista de una presidente que no se olvida invitar, a todo acto trascendente, a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo; mientras sus acérrimos opositores de la Sociedad Rural, jamás dejaron de invitar a la apertura de la Exposición Rural a cuanto dictador gobernara este país. El otro día, decíamos con un amigo: -cuando uno mira quienes se oponen a este gobierno, no le queda otra que ponerse de su lado-. Si los que agitan cacerolas en el Barrio Norte, son Biolcatti y Cecilia Pando –la militante defensora de los represores- no hay duda de dónde ubicarse.

Oficialista de la Asignación Universal por Hijos, que muchos partidos incluyeron en sus plataformas y que luego, como se concretó durante el gobierno de Cristina Fernández, abjuraron de esa propuesta, como Galileo Galilei lo hizo, respecto a su “falsa opinión de que el Sol es el centro del mundo y que no se mueve y que la Tierra no es el centro del mundo y se mueve…” Solo que a Galileo, lo obligaron mediante la tortura… a ya estos políticos ¿cómo? Es verdad, sin embargo, que en el terreno de las políticas sociales hay mucho por hacer, y creo que no en todos los casos se está haciendo bien. Por ejemplo, en el principio de su gestión Alicia Kirchner criticó el exceso y la segmentación de los programas sociales, que en muchos casos, se solapaban y superponían. Y lamentablemente, los planes universales como la asignación por hijos, se superponen con un conjunto, todavía mayor de planes sectoriales, que muchas veces más que solucionar cuestiones específicas, son buenas herramientas del clientelismo político.

Y muchos dirán ¿pero qué hay de una diferente redistribución de la riqueza? Y yo me atrevo a decir, que no hay que esperar mucho más, de un gobierno que en palabras de su principal inspirador, calificó como keynesiano a su proyecto económico. A ver… “El flaco” jamás prometió socialismo, que quede claro. Y además –me reservo la pregunta- ¿qué sería construir hoy, el socialismo?

Oficialista de sentirme orgulloso de que nuestra Presidente, les diga a los empresarios reunidos en el Foro del G-20 en Cannes “Si quienes lideran el mundo, porque han querido liderarlo también además, no dan soluciones claras y concretas sobre el sistema de regulación financiera, si solamente siguen apuntando a controlar a ver en qué gasta cada país las cosas, pero no controlan qué hace cada banco de inversión, en lo que hace cada calificadora, en lo que hace cada movimiento de Bolsa, díganme ustedes, son todos hombres de negocios o por lo menos vinculados a los negocios: ¿qué creen que pasa cuando un día la señora Merkel se levanta y dice algo que parece que cayó mal y las Bolsas se van a pique y pierden 4 ó 5 puntos? Al otro día se levanta el señor Sarkozy dice algo importante que parece que calma todo y vuelven a subir otros 10 puntos, al otro día el señor Papandreu decide una consulta popular y nos vamos todos para debajo de vuelta.” Lejos, muy lejos de aquel nefasto canciller de Menem, que proponía “relaciones carnales” con USA, como eje de la política exterior Argentina.
Hoy, esa política exterior es clara y activa. Fortalecer el MERCOSUR y la UNASUR, cultivar relaciones con los países sin sujeciones a los dominantes. Salir –y vale el ejemplo- rápidamente a condenar el golpe institucional, contra el gobierno de Fernando Lugo, en el Paraguay. En la línea de aquel histórico: -¡No al ALCA!- que supo protagonizar Néstor.

Oficialista de ver, como mi país es hoy de avanzada mundial, en los marcos regulatorios y los programas sociales, tendientes a un mejor tratamiento de diversas problemáticas  sociales (leyes de matrimonio igualitario, educación sexual, identidad de género, muerte digna, parto humanizado, y otras tantas). Y aunque es cierto que solo las leyes, no cambian las realidades sociales, estos marcos generan nuevas realidades o ayudan a construir procesos de cambio cultural, que seguramente llevarán años.

Oficialista de un gobierno que, desde Alfonsín hasta Néstor Kirchner, había congelado los presupuestos educativos y supo eliminar a los docentes universitarios del listado de los aumentos salariales. Sí, así como lo leen, quienes trabajamos como docentes-investigadores en las universidades públicas, cobramos el mismo sueldo desde la llegada de la democracia, hasta que Néstor ejerció la Presidencia de la Nación. Y eso sin olvidar cuando el inefable Cavallo nos mandó a lavar los platos, junto a los científicos del CONICET. Un CONICET, que dicho sea de paso, aumentó considerablemente sus becas y cargos para ingreso y promoción de investigadores científicos, los subsidios y que desarrolla una clara política de federalización de la investigación, apuntando a que esa investigación se desarrolle también, con calidad, en los diversos espacios de nuestra geografía. En un caso inédito, más de 800 científicos argentinos de renombre, han vuelto a investigar en el país.

Oficialista de un gobierno que propone un plan de construcción de 400.000 viviendas, con el doble objetivo de que igual número de familias accedan a su primera vivienda y al mismo tiempo, se genere, un importante movimiento económico y de generación de empleo, alrededor de ese plan. Mientras Merkel, Obama y Rajoy –por poner algunos ejemplos- solo proponen ajuste, ajuste y más ajuste.

Oficialista de un gobierno que pretende poner los medios masivos de comunicación, y en especial los audiovisuales, al servicio de las comunidades, los grupos científicos, las organizaciones populares, las universidades; grupos e instituciones que en el escenario actual, dominado por dos monopolios mediáticos, jamás podrían hacer escuchar su voz.

Oficialista de un gobierno que hizo crecer, como hacía mucho tiempo no pasaba, el campo de la producción y distribución del arte y la cultura. Basta ver las importantes acciones de la Secretaría de Cultura, del Instituto Nacional de Cine y Artes Visuales (¿desde hace cuánto no se contaba con tanto apoyo al cine nacional?), de la Televisión Pública y de esa maravilla mediático-educativa que es el Canal “Encuentro.”

Pero no todas son rosas, ni todo es perfecto.

Me gustaría, por ejemplo…

…que se genere y desarrolle una seria discusión sobre el actual modelo neo-keynesiano, su potencialidad para salir de esta sociedad injusta; y  sobre que otras alternativas habría, para la construcción de una sociedad más justa, igualitaria y solidaria.

… que se diseñen y desarrollen nuevas políticas tendientes a reducir la inseguridad, apuntando a la inclusión y no a la penalización.

… que los planes sociales apunten a generar empleo y no a distribuir subsidios y ayudas coyunturales.

… que se inicie un verdadero proceso de participación de la ciudadanía, en la gestión del estado (presupuesto participativo, etc.).

… que se replantee la pretendida organización federal de este país, que cuenta con muchas provincias económicamente inviables, a las que se maneja desde la administración de la co-participación federal.  

… que se revise y replantee el modelo sindical, para que los dirigentes dejen de ser empresarios y sean nuevamente, trabajadores que representan a sus pares.

… que se reformen las leyes, para evitar que exista una franja de argentinos que vive de la política (la llamada “clase política”).

… que se planee y desarrolle un plan para terminar con el analfabetismo.

… que la salud, la educación, el trabajo y la vivienda, sean verdaderos derechos y no menciones en las plataformas y los discursos políticos.

… que el INDEC sea un verdadero termómetro de lo que pasa en el país, y no una medidora “oficialista” que omita datos, por conveniencia politica.

Por todo eso, soy un “oficialista crítico”, si me lo permiten…

LA COMPLICIDAD DE LA JERARQUÍA DE LA IGLESIA CON LA DICTADURA


A pesar que se sabía bastante, acerca de la complicidad de la jerarquía de la Iglesia Católica con la dictadura cívico-militar (1976-1983) en Argentina, no está demás que los incrédulos tengan la versión directa de Videla.

Esa iglesia que dió mártires como los curas palotinos, el padre Mugica o Monseñor Angelelli, a la lucha por una sociedad más justa; pero que también cobijó a personajes deleznables como Von Wernich y a una jerarquía cómplice con los crímenes de lesa humanidad.
Todavía esperamos el verdadero arrepentimiento, de esa iglesia que nos avergüenza.

Videla reveló la complicidad de Iglesia en la dictadura



El ex-presidente aseguró que altos cargos católicos estaban al tanto de las desapariciones durante su régimen de facto. Dijo que publicar listas de desaparecidos no hacía más que "embochinchar" más la realidad
Lunes 23 Julio de 2012 | 06:30

Videla. | Reveló complicidad de la Iglesia. | Foto: TN
El exdictador argentino Jorge Rafael Videla, condenado recientemente por el secuestro sistemático de neonatos y niños durante el último régimen militar en Argentina, reveló en una entrevista periodística la complicidad de la Iglesia católica con el régimen militar que gobernó la Argentina entre 1976 y 1983 y los crímenes de lesa humanidad que perpetró.

De esta forma, fue a cambio del silencio de los familiares de las víctimas, que la Iglesia Católica se encargó de avisar sobre el destino de los aniquilados durante el gobierno militar en Argentina, para que estos “cesen la búsqueda”, según se desprende de la entrevista hecha en 2010 por la revista el Sur y reproducida hoy por el diario Página/12.

“Se lo planteó como una situación muy dolorosa y nos asesoraron sobre la forma de manejarla. En algunos casos, la Iglesia ofreció sus ‘buenos oficios’, y frente a familiares que se tenía la certeza de que no harían un uso político de la información, se les dijo que no busquen más a su hijo porque estaba muerto”, aseguró.

El objetivo era evitar “la repregunta, que es un derecho que todas las familias tienen” acerca de qué pasó con sus seres queridos y dónde fueron enterrados. “Eso lo comprendió bien la Iglesia y también asumió los riesgos”, afirmó el ex dictador.


Pensaron publicar lista de desaparecidos

Rafael Videla, condenado en 2010 a cadena perpetua por los fusilamientos de 29 presos, afirmó incluso que al llegar al final de su tiempo al poder, la Junta Militar pensó en la posibilidad de publicar una lista con los nombres de las víctimas secuestradas y desaparecidas, perdo descartaron la idea.

“Si a una madre le decíamos que su hijo estaba en la lista, nadie le impediría que preguntara dónde está enterrado, ¿para llevarle una flor? ¿quiénes lo mataron? ¿por qué? ¿cómo lo mataron? No había respuestas para cada una de esas preguntas, y creímos que era embochinchar (hacer ruido, lío) más esa realidad, y que sólo lograríamos afectar la credibilidad”.

Consultado sobre las torturas, el robo de bebés hijos de desaparecidos y la usurpación de bienes propiedad de las víctimas, Videla tachó esos actos como “bajezas humanas” derivadas del gran “poder y libertad de acción otorgados al Ejército”.

“Es inevitable que muchos utilicen esas libertades en beneficio propio”, justificó.

domingo, 22 de julio de 2012

ACERCA DEL SIGNIFICADO DE LA AUTONOMÍA UNIVERSITARIA


Les presento un interesante artículo publicado ayer (sábado 21 de julio), en Página 12 por Horacio González.
Estoy en un todo de acuerdo con él, a la sazón uno de los intelectuales de puta madre con los que cuenta la Argentina, en una línea que -podríamos llamar, a riesgo de "etiquetar"- "nacional y popular". Creo que hoy Hallú, como antes Shuberoff se acuerdan de la "autonomía" para reservar ciertas prerrogativas para la UBA y yo diría, para la tribu en la que habitan, dentro de la UBA.
Creo -con González- que la universidad argentina se debe un debate acerca de su rol social, de sus relaciones con la sociedad, de su posible tarea en la reconstitución del tejido social en la Argentina; y en ese marco -y solo en ese marco- tiene significación la autonomía, como autonomía intelectual -y no como mero hecho administrativo o leguleyo. Como es su costumbre, Horacio González incomoda y yo celebro esa incomodidad.

Autonomía universitaria: problema de viejos







 Por Horacio González *
Las autoridades de la UBA argumentan en torno a la autonomía universitaria para afirmar su voluntad de jubilar a los profesores que superaron el fatídico nivel de los 65 años de edad. De esta manera, se produce una invocación falaz de este concepto. No asombra que esto ocurra en la política universitaria –hablo de la que más conozco, la de la Universidad de Buenos Aires–, pues hace muchos años que no se escucha demasiado a las autoridades universitarias de esta casa proferir temas, conceptos o razonamientos que se refieran a las tradiciones propias del conocimiento. Es decir, a la filosofía en su relación con las artes y las ciencias, o a las relaciones del conocimiento con las condiciones de la existencia social. Este vacío de Universidad corre el riesgo de caracterizar hoy a la misma Universidad.
Entristece ver que se apela al concepto de autonomía cuando conviene a propósitos arbitrarios, y se lo omite raudamente cuando lo que está en juego es la perseverancia misma del sentido de la Universidad. No es la autonomía tan sólo una cuestión referida a los acontecimientos cordobeses de 1918. Ellos siguen actuando en la memoria universitaria aunque quiera negárselos por haber generado sus propias autocracias –ello ha ocurrido, sin duda—; pero aquellos principios siguen actuando. Porque principalmente son una apertura filosófica constante para pensar y situar lo universitario sin más. Para mí, la Reforma es un puñado de cosas que aún permanecen, aunque parezca que se discutan ahora cuestiones tan diversas a ella. Permanecen los textos de Deodoro Roca, que vacila entre declarar a toda ciudad como “Ciudad Universitaria” o volcarla al flujo social. O bien la Universidad abarcando todas las prácticas de conocimiento, o bien la Universidad poniéndose al servicio de las prácticas de transformación social. En el primer caso, el autonomismo es una soberanía absoluta del conocimiento universitario; en el segundo, una pieza más que hay que considerar como aparejo de un cambio político y de un estilo de compromiso social. No parece que haya variado la discusión. Esta es la discusión universitaria por excelencia: la permanente tirantez y desasosiego entre la Ciudad Universitaria y la Ciudad de la ciudadanía, el trabajo y las luchas.
¿A qué llamar autonomía universitaria? Precisamente al reconocimiento de esa tensión fundadora del sentido mismo de la Universidad. Cuando se quiere relativizar esa autonomía –que proviene de Humboldt, Kant, Renan y si se quiere, de Jauretche, Deodoro y José Luis Romero–, se da un paso en falso, por más garantizado que se crea en relación a las dominantes tesis politicistas en torno a las “autonomías relativas”. Sí, ya lo sabemos. No hay en el mundo nada que no se intersecte, combine o complemente con un saber anterior o simultáneo. El conocimiento real procede por pérdidas momentáneas de sus certezas para adquirir reemplazos pertinentes y categóricos. Pero la autonomía en su significado más elevado, que es el que pertenece a la Universidad, supone la elección de su enunciación propia, exonerada del peso del Estado que la financia. La comprensión de esta sustancial rareza es su verdadera originalidad. Es el descubrimiento de la Reforma –más allá de sus relevantes alcances latinoamericanos y sus varias deficiencias nacionales– que perdura en cada universitario argentino. Sabemos que la educación pública superior la financia y garantiza el Estado, pero hay un gesto interno que el Estado secretamente acata sin duda a desgano, que es el de saber que de él depende la institución que no le responde. ¿Por qué haría tal cosa el Estado? Y temo ponerme aquí bastante hegeliano. Porque su vida misma, que es la de la sociedad en su conjunto, se juega en el acto mismo del conocimiento, que ejerce una negatividad de aquello mismo que lo sostiene.
¿Sin embargo, no se viven tiempos tecnológicos, donde la Universidad, tan duramente criticada por su envanecimiento áulico, debería volcarse ahora al auxilio de las fuerzas productivas? Estamos totalmente de acuerdo con ello, pero diferimos de la manera de hacerlo y decirlo. Es que se daría mucho más el paso hacia la invención técnica y el carácter profundo de la ciencia, en cuanto en mayor grado se ahonden las cuestiones humanísticas, o si se quiere, filosóficas. No ha variado el panorama de las Universidades modernas desde que Kant escribió El conflicto de las facultades, donde la pieza maestra es la filosofía, y donde –adaptándola a nuestro tiempo–, lo que se relaciona con ella es una crucial filosofía de la ciencia. Entre nosotros, la cultivaron Varsavsky, Jorge Sabato, Amílcar Herrera, Klimovsky y tantos otros. Todo lo cual promete una profusión donde su clave maestra es la autonomía universitaria sustantiva. No la que se esgrime a último momento –desconociendo una ley nacional—, para mutilar el sentido de la Universidad trazando fronteras etarias, y mandando a mudar a los viejos. Como se decía: tirando todos los días a uno por la ventana.
Las universidades, luego del proceso militar, entraron en lo que considero la mala hora, la fementida globalización: revistas con referato, categorizaciones administradas del saber, incentivos inspirados en criterios de productividad. Se entró en la etapa de un saber tasado, regulado por inspecciones provenientes de redes cuya efectiva modernidad, ésta sí no cuestionable, sin embargo intervenía con peso inerte en el lenguaje universitario. Y con criterios compulsivos y regulables según un canon fijo, muchas veces encaminaba de forma fetichista las lecturas, citas e inflexiones ya dosificadas. Todo ello fue acompañado por el tributo que las Facultades más vinculadas al mundo de las prácticas les rindieron a las licencias de corporaciones privadas, consultoras, laboratorios, etc. ¿Era posible otro camino? Lo era, aún bajo estas consignas que mantenían un autonomismo relativo. Desde luego, significaban una resignación de la legitimidad intelectual universitaria: precisamente, su autonomía política y filosófica, inspirada en textos célebres del pasado. Pero bastaba con conservar tímidamente la tradición de las humanidades y de las ciencias, cuya relación compleja fue motivo de todas las disputas sobre el conocimiento en los dos últimos siglos, para preservar un halo necesario de autonomismo universitario sin rendirlo al monolingüismo de las jergas políticas de la hora, en la que realmente se habla en todos lados, disimulando una que otra vez con empaque academicista lo que realmente no se posee.
Falta ahora el don irreductible del conocer, que no se sustituye con consignas como la de la “sociedad del conocimiento”, muletilla de los fabricantes de productos que caracterizan la revolución comunicacional, lo que no es inadecuado ni molesto, pero no pueden sustituir lo que tanto la sociedad como el conocimiento tienen de insubordinados respecto a la epistemología propia que brota del mundo de las maquinarias. Allí hay un problema, pues el conocimiento es constituido por las máquinas tanto como éstas lo son por el conocimiento, y este vaivén no está establecido a priori sino que es el juego propiamente de la filosofía. Por eso debe ser ella la verdad última de la autonomía universitaria, y la garante final de su relación con la ciencia y la técnica. Las encrucijadas de la sociedad podrán ser más fructíferas con la autonomía sin más que postulando una “autonomía relativa”, que cede un concepto histórico fundamental sin hacer otra cosa que abrirle la puerta a un chato cientificismo.
Escuché dar clases a León Dujovne, León Ostrov, León Rozitchner, David Viñas, José Luis Romero, Gino Germani, Andrés Mercado Vera, Halperin Donghi, Carlos Correas, Nicolás Casullo, Alberto Plá, Reyna Pastor de Togneri, Enrique Pezzoni, Roberto Carri, Justino O’Farrell, Gunnar Olsson, Ana María Barrenechea, y de todos llevo una remembranza que, si no apagan los años, por lo menos me permite pensar en la enorme diversidad de sus estilos, conocimientos y discordancias. Era la Universidad de las grandes conferencias –tengo también el recuerdo de la oratoria de Borges y de Jauretche en el salón de Viamonte 430 y no consigo desprenderme de ciertas imágenes del gran dirigente estudiantil Daniel Hopen arengando desde sus escalinatas—, por lo que como viejo jubilable, desatendido por las torpes propedéuticas del saber administrado, les digo a quienes se especializaron en enjuiciamientos diversos en la espesura de la maraña universitaria, que no hay problema en irse, años más, años menos. Pero es a ellos, que son los que no están en el espíritu universitario –perdónenme—, a los que veo envejecer con cada dictamen extraído de sus pobres cartapacios. Dispénsenme esta mala noticia para ustedes, queridos administradores de la vida ajena, citando la autonomía cuando quieren, cuando la que de verdad interesa ya la abandonaron hace rato, o mejor dicho, ella los abandonó a ustedes.
* Sociólogo, director de la Biblioteca Nacional.

sábado, 21 de julio de 2012

DIOS LOS CRÍA Y EL VIENTO LOS AMONTONA



Interesante nota publicada por Pablo Gentili en el Diario "El País" de Madrid, a propósito de una reunión -poco difundida- entre el Ministro de Educación español Wert y su par chileno.

Los amigos chilenos del Sr. Wert

Por:  19 de julio de 2012
A comienzos de este mes, visitaba España e Inglaterra el ministro de educación chileno,Harald Beyer Burgos, acompañado de algunos rectores de reconocidas instituciones universitarias de su país. Como detalló la prensa trasandina, el viaje incluyó diversos intercambios con su par ibérico, José Ignacio Wert, quien lo recibió en su despacho el viernes 6 de julio.
No deja de ser curioso que el Ministerio de Educación español siquiera haya emitido un comunicado de prensa al respecto ni que tampoco se haya realizado ninguna mención del encuentro en su página web. Podría suponerse que semejante omisión es directamente proporcional al desinterés que suele generar este tipo de eventos en la opinión pública española. ¿A quién podría interesarle el motivo de un encuentro entre el ministro Wert y el representante de un lejano país latinoamericano, más conocido por sus vinos que por sus afinidades educativas con España?
Sin embargo, el motivo de la reunión estuvo lejos de ser banal o meramente protocolar. En ella, el ministro Wert sostuvo su deseo de profundizar intercambios entre ambos países que permitan conocer los beneficios que tendría para España el sistema de financiamiento de la educación superior chilena.
¿Por qué los españoles deberían preocuparse con la visita del ministro de educación de Chile y con las probables recomendaciones que éste podría formularle al principal responsable de la cartera educativa de España?
Wert y Beyer
El ministro de educación chileno, Harald Beyer y su par español, José Ignacio Wert, en Madrid, el pasado viernes 6 de julio. Foto: Embajada de Chile en España.

Harald Beyer, como J.I. Wert, tiene una sólida formación académica y una experiencia política marcada por posiciones conservadoras. Doctor en Economía por la Universidad de California en Los Angeles, Beyer se ha desempeñado como subdirector del Centro de Estudios Públicos, un destacado think tank de la derecha chilena. Como investigador de esta institución, el actual ministro ha sobresalido por sus opiniones favorables hacia los procesos de privatización del sistema universitario nacional y por sus críticas vehementes a las políticas igualitarias y a la escuela pública. Harald Beyer ha sido, sin lugar a dudas, uno de los más relevantes intelectuales orgánicos de un proceso de reforma educativa que ha segmentado y fragmentado el sistema escolar chileno con nefastas consecuencias en términos de justicia social y equidad: un sistema educativo pobre para los pobres y uno rico, elitista y altamente competitivo para los ricos. Los efectos de estas desigualdades han sido puestos en evidencia por numerosos estudios y, fundamentalmente, por los jóvenes chilenos, las estudiantes y los estudiantes de enseñanza media y superior, cuyas movilizaciones y luchas han transcendido las fronteras nacionales por su dinamismo y su combatividad. Lo que para el ministro Wert es un modelo a ser imitado, ha transformado a Chile en una de las sociedades más injustas y desiguales del continente americano.
En la actualidad, el sistema universitario chileno funciona con la lógica de un mercado privado de provisión de servicios educativos, donde se ha abolido definitivamente el principio de gratuidad y donde la posibilidad de iniciar los estudios depende de las buenas condiciones económicas de los alumnos o del acceso a un sistema de préstamos de carácter extorsivo y de efectos profundamente excluyentes. Familias endeudadas y una montaña de frustraciones se acumulan como los resultados más visibles de un sistema universitario altamente precario en su calidad democrática.
Las alianzas y afinidades del actual gobierno chileno con la educación privada pueden observarse sin demasiados matices en la delegación de representantes universitarios que acompañó al ministro Beyer en su viaje a Europa:
Federico Valdés Lafontaine - Rector de la Universidad del Desarrollo, una institución privada que pertenece al ex candidato a la presidencia y ex ministro de educación del actual gobierno, Joaquín Lavín. Un activo miembro del Opus Dei y dirigente de la neoliberal Unión Demócrata Independiente (UDI) que llevó al empresario Sebastián Piñera a la presidencia de la República. La Universidad del Desarrollo es una rara mezcla de institución ultra-liberal y decimonónica, promotora del libre mercado y del catolicismo reaccionario del Opus Dei. Otro de sus fundadores fue Hernán Büchi, ex ministro de hacienda de la Dictadura Militar del General Pinochet. También, Cristian Larroulet, actual secretario general de la presidencia, un político de estrechas vinculaciones con el ex gobierno de facto y, junto con el ministro Beyer, uno de los ideólogos de la nueva Ley General de Educación que tanto combaten los estudiantes por sus amenazas a la escuela pública y su cristalización de las inequidades educativas.
Jaime Arancibia - Vicerrector de la Universidad de los Andes, la institución orgánica delOpus Dei en Chile. Su rector es Orlando Poblete, quien, entre 1979 y 1987, fue asesor especial de Augusto Pinochet y luego su ministro general de gobierno.
Andrés Benítez - Rector de la Universidad Adolfo Ibáñez, institución extremadamente conservadora, cuyo origen ha sido la Escuela de Negocios de Valparaíso. Uno de sus principales impulsores fue Pedro Ibáñez Ojeda, hijo de Adolfo Ibañez, integrante del Consejo de Estado de la Dictadura de Pinochet y conocido por sus exaltados ataques al voto democrático. La universidad está estrechamente vinculada a los intereses del Partido de Renovación Nacional del presidente Piñera.
Pedro Uribe - Rector de la Universidad Andrés Bello, institución perteneciente al consorcio conservador Laureate International Universities. El presidente de su Junta Directiva es Juan Antonio Guzmán Molinari, quien fuera ministro de educación de la última Dictadura Militar. En rigor, la Junta Directiva de la Universidad Andrés Bello es una verdadera galería de la fama de ex funcionarios del gobierno de Augusto Pinochet.
José Rodríguez - Rector de la Universidad Federico Santa María, institución de orientación básicamente técnica y de ingeniería. Creada por el filántropo homónimo a comienzos del siglo XX con el objeto de servir “al proletariado de mi patria”. Centro educativo que, tal como estableció en su testamento Federico Santa María, debería ser laico y gratuito, pero que hoy cobra más de 7.000 dólares por año a los estudiantes que allí cursan sus carreras.
Nicolás Cubillos - Rector de la Universidad Finis Terrae, de la Congregación de los Legionarios de Cristo, fundada por el sacerdote mexicano Marcial Maciel, quien murió mientras se desarrollaban decenas de juicios contra él por abuso sexual y pederastia. Las instituciones educativas de los Legionarios de Cristo continúan, dentro y fuera del país, siendo objeto de denuncias por abuso sexual contra niños, como las realizadas recientemente en el colegio chileno Apoquindo, propiedad de la Congregación.
Menuda banda de amigos…
Vale destacar que ninguno de los participantes de la comitiva del ministro Harald Beyer pertenecía a cualquiera de las universidades públicas chilenas ni, mucho menos, tenía en su legajo cualquier compromiso con la democracia y la defensa de los derechos ciudadanos en su país.
El gobierno del presidente Rajoy va rehaciendo asi su tejido de relaciones con Latinoamérica. Cuenta para ello con una vasta experiencia que cultivo él mismo como ministro de educación del gobierno de José María Aznar, así como la herencia de su antecesora, Esperanza Aguirre, quien, desde el gobierno de la Comunidad de Madrid, continúa manteniendo un estrecho vínculo con los más conspicuos representantes de la derecha chilena.
Camista verde
Resta la duda de los motivos por los que el ministro Wert no informó a la opinión pública española sobre las inspiradoras conversaciones con su par trasandino. Seguramente, tiene más charme anunciar que se pretende imitar el Sistema de Formación Profesional alemán que el modelo de privatización y endeudamiento estudiantil chileno.
La sociedad española deberá elegir si aspira a que su sistema universitario consolide un modelo basado en la calidad y la equidad o si, por el contrario, se aproxima al recetario de exclusión y abandono que pregona el actual gobierno chileno. Los intereses y afinidades del ministro Wert van quedando cada vez más definidos.
Sea como fuera, habrá que apostar a que la marea verde que levanta la bandera de la escuela pública en España atraviese el océano, llegando hasta los Andes. Y también, a que la lucha por el derecho a la educación que protagonizan esos aguerridos y valientes jóvenes chilenos inspiren y acompañen a todos aquellos que no se resignan a que España siga siendo maltratada por quienes la gobiernan.

Desde Santiago de Chile

domingo, 17 de junio de 2012

SOBRE RACISMOS, XENOFOBIA Y EL ENANO FASCISTA

Hoy hay elecciones en Grecia, y la disputa entre un partido conservador (Nueva Democracia) y un grupo de izquierda radical, que postula no aceptar las imposiciones del FMI, que conducen a más pobreza para la mayoría de los griegos y el salvataje -¡cuando no!- de los bancos.
Desde hace un tiempo, un barrio de Atenas está bajo control del grupo neonazi Amanecer Dorado, que gobierna el barrio como si fuera un cuartel... Expulsó de ese territorio a los inmigrantes y a los indigentes, y prohibió los grafittis.
Este grupo, convertido en partido político obtuvo el 15% de los votos en las anteriores elecciones griegas.
En los últimos años, grupos neonazis alemanes y franceses, agredieron de mil maneras a inmigrantes turcos, argelinos, rumanos y de otras minorías étnicas y/o religiosas.
En Francia Marine Le Pen, con un discurso de ultraderecha, cosechó un número importante de votos para el racista Frente Nacional. 
En España la Falange y otros grupos derechistas, revindican a Franco, proponen la expulsión de los inmigrantes, apoyan a los sectores más conservadores de la iglesia católica y niegan el derecho de las víctimas del franquismo, a conocer la historia y de los españoles a recuperar la memoria histórica.


Las crisis económicas siempre han sido buenas para desplegar movimientos fundamentalistas y mesiánicos. En 1993 el movimiento nazi estaba lejos de tomar el poder. En las elecciones de 1932 había logrado un magro 33%, nos recuerda Pablo Karakachoff desde "El ojo digital." Sin embargo, el discurso de Hitler, prometiendo a la pobre Alemania de entonces, volver a ser un imperio, cautiva a muchos alemanes y permite que los nazis se instalen en el poder, con las consecuencias que todos conocemos. O casi todos, porque como comentábamos en nuestra entrada de ayer en este blog, el Papa Benedicto está intentando revindicar al obispo Williamson, que en nuestra Argentina negó la existencia del holocausto, al igual que los neonazis.


En América Latina también circulan los discursos racistas y xenófobos, así los hinchas de varios equipos insultan a la de Boca Juniors, diciendo que son todos "bolivianos y paraguayos." Esto es, pertenecer a esos grupos de inmigrantes opera como insulto y desacreditación. 


Es necesario estar alerta, porque a veces, hombres y mujeres justos y sensibles, caen en la trampa del discurso que afirma que no hay trabajo por culpa de los inmigrantes. O que los hospitales están llenos de "bolitas" y "paraguas" que desplazan a los argentinos del los servicios de salud.


El "enano fascista" que todos tenemos dentro, no descansa.



sábado, 16 de junio de 2012

MUCHAS HISTORIAS, QUE RESULTAN SIENDO UNA


De ajustes, represión, cacerolas y mala leche…


El 16 de junio de 1955 se produce un bombardeo sobre la Plaza de mayo, en Buenos Aires, después que se produjera un intento de golpe de estado contra el gobierno encabezado por Juan Domingo Perón, en el transcurso del cual, aviones rebeldes arrojaron bombas , ocasionando más de 308 muertos y alrededor de 800 heridos.
Esa noche, el pueblo peronista enardecido, produjo una quema de iglesias en el centro de la ciudad. Sin duda, los obispos y sacerdotes que calificaron a esa gente como de hereje, hoy serían más amigos de Ratzinger que de Leonardo Boff. Y en los setenta lo hubieran sido del cura represor Von Wernich y no del padre Mugica. Sin embargo, Benedicto XVI quiere volver a los partidarios de Lefevre una prelatura similar al Opus Dei, retornando al Obispo Williamson –que niega el holocausto, y por ello fue retirado de Argentina, a pedido del gobierno- a ejercer en plenitud.
Hay que estar atento, porque a pesar de que estamos en democracia y el gobierno defiende a pleno los derechos humanos, el asesino del maestro Fuentealba camina por las calles de Zapala, por “un error administrativo” –según el encargado de la unidad penintencial responsable de su detención.

El economista rebelde Manfred Max Neef, nos muestra que en 2008, con lo invertido para salvar a los bancos por parte de la unión concertada de seis bancos centrales (USA, UE, Canadá, Japón, Gran Bretaña y Suiza), a lo que se sumó un subsidio aprobado por el congreso de los Estados Unidos y luego otro más, se hubiera podido terminar con el hambre en el mundo, durante 600 años, según datos de la FAO (organización de Naciones Unidas, para la agricultura y la alimentación). Pero eso no se detiene. Hace muy poco el Gobierno Español aprobó un apoyo financiero al Bankia (el cuarto banco en importancia de España), realizando terribles recortes en salud, educación y políticas sociales. Es decir, que son más importantes los bancos que la gente. Esos mismos bancos, que salvó Cavallo  en Argentina, con el corralito. Y que no tuvieron la sensibilidad de devolverle el dinero, ni siquiera a muchos ancianos que habían ahorrado para tener una vejez en paz.
Pero el FMI, en su revisión de la economía española, le da consejos a Rajoy para que “aumente los ingresos con una subida del IVA y de los impuestos especiales, y contemple futuros recortes de salarios públicos" –nos informa Tiempo Argentino.
Quizás deberían escuchar al Premio Nobel de economía 2011. Que se siente avergonzado cuando en su país –USA- se hacen recomendaciones a España y otros países, para salir de la crisis, cuando –afirma- tienen iguales problemas que esos países.
Mañana los griegos van a votar, y optarán por seguir sumergidos a las órdenes del FMI y de Angela Merkel o intentarán salir de yugo, siguiendo al líder de Syriza, Alexis Tsipras, quién “…responsabiliza a socialistas y conservadores del nepotismo que ha llevado al país al borde de la catástrofe. En su opinión, no se puede salvar a Grecia con un programa de recortes que ahogó a la economía y convirtió en desempleado a uno de cada dos jóvenes.” (Takis Tsafos).
En Paraguay, mientras tanto, el Presidente Lugo destituyó a un importante aliado político, el ministro del Interior, Carlos Filizzola y al comandante de la Policía, Paulino Rojas, tras el sangriento enfrentamiento entre policías y campesinos en una hacienda del noreste del país. Las viejas fuerzas del régimen stronista, en la patria de Gaspar Rodríguez de Francia, están casi intactas como algunos bolsones de la represión, en nuestro país.
Según Infonews, la Argentina, ocupa el puesto 17 de un ranking mundial de la felicidad. Ese estudio mide la esperanza de vida al nacer, el bienestar autopercibido y la huella ecológica, que indica el impacto ambiental de la actividad humana. Costa Rica encabeza la tabla. Otros países americanos también están bien arriba. Pero la medición resulta algo sospechosa, cuando la tan golpeada por la violencia Colombia, está en tercer lugar.

Tal vez no haga falta este ranking, para darnos cuenta que vivimos en un país bien diferente, al que los que “cacerolean” pidiendo libertad para comprar dólares, dicen es una “dictadura similar a Cuba o Venezuela.” Lo bueno es que ahora solo pueden golpear cacerolas y antes, golpeaban gobiernos populares.



domingo, 10 de junio de 2012

¿Hay libertad en la Argentina?

Los apóstatas del libre-comercio, que de libre no tiene nada, porque uno tiene que comprar o vender al precio que ellos ponen (como es, hoy por caso, el precio de la yerba mate), se juntan con la defensora mediática de los genocidas de la dictadura -Cecilia Pando- para dar cacerolazos en los barrios ricos de la Ciudad de Buenos Aires. Y de tan respetuosos que son, no tienen empacho en agredir brutalmente a los periodistas de "6, 7, 8."
Ellos son los que se llenan la boca diciendo que en Argentina no hay libertad, porque no se pueden comprar dólares.
El miércoles pasado, compramos dos pasajes para viajar a España. Los pagamos en pesos y al cambio oficial de 4,59 pesos por dolar. Nadie nos pidió declaración jurada alguna. Y si algo sucediera, tenemos la declaración jurada en la AFIP que muestra que nuestros ingresos justifican esa compra.
Pero la cuestión de "pesificar" la economía es más compleja, por eso subo esta interesante nota de Mario Wainfeld, en la que analiza críticamente el manejo del dolar que está haciendo el gobierno de Cristina Fernández.



Verde que te quiero blue

http://www.pagina12.com.ar/commons/imgs/go-gris.gif Por Mario Wainfeld
Los gobiernos kirchneristas llevan nueve años de inusual sustentabilidad económica y estabilidad política. La fortaleza en reservas es una de las claves del éxito (siempre relativo e incompleto) del “modelo”. En una coyuntura mundial, regional y local signada por la crisis económico financiera, es forzoso revisar los instrumentos utilizados. Es válido y hasta necesario que el Gobierno busque conservar los dólares que posee y atesoró merced a un formidable esfuerzo social.
Las restricciones a las ventas de divisas, contra lo que proclama la Vulgata dominante, son legales tanto como usuales en nuestra historia y en la práctica de otros países. Una devaluación abrupta del peso no funcionaría del modo (en promedio) virtuoso de la de principios de siglo: otras son las circunstancias domésticas y globales. Se produciría una fuerte transferencia de ingresos contra los sectores de ingresos fijos o en general menos poderosos. Y, lo que es suficientemente grave, el Estado perdería el timón de la economía.
Esas son las principales y sólidas razones del oficialismo referidas al universo pluricolor del dólar. Lo han llevado a modificar sus políticas precedentes, aunque esto no se diga tanto. También es real que hay sectores pro devaluación que tratan de forzar un escenario propicio a sus intereses. Y especuladores que procuran ganancias pingües a río revuelto.
El Gobierno obra bien, a grandes trazos. Y, como es proverbial, señala bien a los principales adversarios de su política, convalidada por las mayorías. En la lectura del cronista, empero, falla en aspectos sustanciales de “sintonía fina”. Y yerra en damnificar intereses de (y cuestionar discursivamente a) actores sociales que debería atender con más cariño.
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El dólar es un bien escaso, por lo tanto regular e intervenir en los mercados respectivos es una prerrogativa-deber del Estado. No tienen razón quienes alegan una plenipotencia individual para traficar con divisas. Sobra jurisprudencia sobre el tema, lo que no equivale a vaticinar que no habrá amparos exitosos contra las restricciones. Ello es así por dos razones. La primera, digamos virtuosa, es que una norma genéricamente correcta puede ser ilegalmente nociva en casos particulares, que la Justicia debe contemplar. La segunda, no tan dichosa, es que hay demasiados jueces con “la cautelar fácil” y voluntad de tener su cuarto de hora (multi)mediático.
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Las medidas oficiales tendieron, mayormente adrede, a disuadir a potenciales adquirentes de divisas. Algunas son relevantes y redondas, como las imposiciones para liquidar a exportadores, en especial a empresas mineras o petroleras.
Pero el corte abrupto (mal explicado y sin regulaciones conocidas, dos manejos cuestionables desde el ángulo republicano) también concierne a gentes de a pie. Muchos, acomodados en el esquema prexistente, son deudores de transacciones privadas en dólares. Otros quieren ejercer el derecho constitucional de viajar, que supone el de proveerse de moneda. Y también hay trabajadores provenientes de países vecinos que desean (y tienen sobrado derecho a) remesar plata a su familia, en la moneda de su patria de origen. Son algunos ejemplos sencillos, habrá más.
Funcionarios han repetido que sólo el once por ciento de los argentinos se interesan en el dólar, repitiendo en el concepto aunque superando en la cifra a la vieja frase de Perón. El cálculo es discutible, porque se funda en quiénes fueron adquirentes en el mercado formal. Se reconoce que hay otro, por lo que la cifra es relativa. Y cabe añadir un dato impresionista: en el caso de viajeros al exterior cuando no había controles severos, debía ser usual que hubiera un solo comprador por grupo familiar o pareja... pero en verdad el número de interesados se multiplicaba.
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El mercado de inmuebles usados en los grandes centros urbanos (dolarizado casi siempre desde hace añares) es otro intríngulis. Bregar para un “cambio cultural” que induzca a pesificar tales operaciones es loable pero su eficiencia está en duda. En el medio, será una prueba de fuego si el tránsito no impacta en la industria de la construcción, una rama mano de obra intensiva, bastión del “modelo”. La dirigencia de la Uocra expresa preocupación en privado, con cifras ya públicas en la mano. Un problema clásico de la economía política: un instrumento no resuelve todos los objetivos y a menudo empioja otros diferentes aunque vinculados con el perseguido.
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La inflación es una zona oscura del relato oficial. Si de eso no se habla, no hay diagnóstico riguroso. El cronista recomienda la lectura total del reportaje al economista Héctor Valle publicado en Página/12 el 24 de mayo. Valle defiende las regulaciones a las transacciones financieras, se opone al desdoblamiento del mercado cambiario o a una devaluación. Pero señala con énfasis que “en un contexto de inflación de dos dígitos es bastante complicado tener un ajuste cambiario del 5 o 6 por ciento anual”. Y agrega “lo que precisa la Argentina es una política muy fuerte antiinflacionaria. Creo que ahí estamos en mora. Los precios en el país, por distintas razones, se han ido más allá de lo que se esperaba”. Profano en la materia, este cronista adhiere. El índice del supermercado (o changuitómetro) prima con buenas razones en el imaginario de gremialistas y personas del común.
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El oficialismo exhibe credenciales fuertes, casi únicas: nueve años sin crisis sistémicas, la cotización de las divisas bajo control, achicamiento de la deuda externa, pago puntual (y trabajoso, valga subrayar) de los compromisos. En este año hay vencimientos muy fuertes.
Un sentido común expandido subestima esas referencias porque reacciona con reflejos adquiridos en 50 años previos a 2003. Son, al fin y al cabo, cinco décadas de vivencias contra un lapso importante pero más exiguo. Persuadir para desdolarizar mentes y conductas es una tarea ímproba, inviable si sólo se apela a prohibiciones. Disuadir (no del todo y no a todos) en el corto plazo es más sencillo (y menos interesante) que persuadir. No son métodos excluyentes, más vale.
Un par de acciones de estos días sugieren que hay ánimo de modificar el trazo muy grueso de las primeras movidas. Establecer un sistema particular para quienes se trasladan fuera de la Argentina es un buen aporte. Son infundados, en principio, los reproches al control sobre el origen del dinero, que también se ejercita respecto de autos cero kilómetro o de inmuebles. La informalidad no concede prerrogativas y la vigilancia estatal, bien ejercida, es una virtud.
La otra jugada, asombrosa para el cronista, es la negociación “a cielo abierto” entre Guillermo Moreno y operadores financieros del (si se permite mechar otro color) “mercado negro”. Tratativas de ese tipo, nadie lo duda, deben existir con frecuencia pero es exótico divulgarlas. Es bueno que el Gobierno se haga cargo de esa realidad disfuncional, o sea que no viva en Marte. Es rara la operatoria, sus resultados se irán viendo.
En promedio, el Gobierno tiene sus razones, que “bajadas” a la gestión se tornan rudimentarias. Mejorar la sintonía fina es forzoso, amén de una consigna presidencial. Cualquier objetivo, como sostener las reservas, es instrumental a necesidades varias: el crecimiento, el consumo, el nivel de empleo, políticas de segunda generación como vivienda, transporte y compensación de asimetrías sociales. De eso se trata, mientras se pulsea en la insensible city contra poderes fácticos desinteresados de todo lo ajeno al lucro propio.


¿Gerontocracia, joventocracia o falta de recursos en la UBA?

Dejan cesantes a docentes de la UBA -muchos de ellos muy prestigiosos- al no permitirles continuar en sus actividades hasta los setenta años. Esta medida marca una tensión no resuelta en el sistema universitario argentino y en particular en la UBA, en la que hay también jóvenes docentes-investigadores con doctorados y excelentes trayectorias, en cargos de Ayudante de Primera o Jefe de Trabajos Prácticos. ¿Discriminación por ser de edad avanzada? ¿Discriminación por ser jóvenes? ¿O insuficiente presupuesto universitario para poder retener buenos recursos humanos? Un tema polémico.


Una nota de Página 12 que aporta a la discusión.

Un reclamo que tuvo clase
Tres docentes dieron una clase para defender la aplicación de la ley que les otorga el derecho a enseñar hasta los 70. “No falta quien nos carga con que hemos pasado de las luchas del tercer mundo a las luchas por la tercera edad”, bromeó Eduardo Grüner.


Todos apelaron a alguna forma de humor para abordar el conflicto: la burla, la ironía, el juego semántico, la teatralización de los relatos revelaban, en todo caso, un profundo canal de reclamo. La “clase magistral” que tres profesores de la Universidad de Buenos Aires (UBA) brindaron en un colmado auditorio de la Facultad de Sociales obtuvo un punto de encuentro: la defensa del cumplimiento de la ley de jubilación de los docentes universitarios que el Rectorado de la UBA no aplica, al impedir la continuidad de sus profesores más allá de los 65 años, cuando la ley les concede el derecho a enseñar hasta los 70. Sólo en este cuatrimestre, son 650 los profesores afectados. “Es feroz, nos están quitando la posibilidad de transmitir”, dijo el profesor Rodolfo Ermida. Para Eduardo Grüner, la política del Rectorado es parte de “un gigantesco ajuste” que provoca una “pérdida de sentido del trabajo” docente. En tanto, el docente Rubén Rojas Breu confeccionó una clase dirigida a las autoridades de la UBA cuya principal bibliografía era la Constitución de la Nación. Los dirigentes del gremio AGD, organizadores del encuentro, anunciaron una próxima movilización, aún sin fecha definida, hacia el Rectorado de la Universidad.
La clase fue abierta por el titular de la AGD, Santiago Gándara, quien dijo que la UBA se “basa para desconocer la ley en una visión completamente deformada de la autonomía” y se apoya “en una suerte de guerra del cerdo, llamando a una renovación generacional que es completamente falsa”. Gándara aseguró que “la lucha será hasta el final, hasta que la UBA reconozca el derecho a opción” jubilatorio de los docentes universitarios.
“Permítanme manifestar mi júbilo, no jubilación, júbilo por el carácter y la naturaleza misma de este acto –comenzó Gruner–. ¿Por qué estamos acá? Personalmente soy muy malo jugando a las bochas, y entonces uno viene acá a armar estas pequeñas tertulias –bromeaba el ensayista–. No falta quien nos carga con que hemos pasado de las luchas del tercer mundo a las luchas por la tercera edad”. Al momento de dejar los cuentos de lado, Grüner fue tajante: “Hay que insistir y subrayarlo. El incumplimiento de una ley del Congreso de la Nación votada por unanimidad en el 2009 significa un atentado que no podemos dejar pasar”.
“La espléndida, multitudinaria y combativa reacción que ha provocado este episodio tiene que ser síntoma de un profundo malestar –continuó Grüner–. Sus aristas van desde los problemas salariales, pasando por los edilicios, por las condiciones de trabajo, por la enormidad inaudita de que tengamos más de un 30 por ciento de nuestros docentes trabajando ad honorem. Pero hay algo más filosófico –dijo–, y es una cierta desazón, una cierta pérdida del sentido de nuestro trabajo.” También Grüner declinó la concepción de la autonomía universitaria planteada por el Rectorado: “El aire más profundo que respiramos es el lenguaje, y hasta tenemos que soportar la perversión lingüística, semántica, de que se utilice nada menos que la autonomía para perjudicar a aquellos para los cuales fue conquistada y destinada a proteger. Es decir, hasta el lenguaje está queriendo ser ajustado para hacerle decir lo que les conviene a los ajustadores”, apuntó Gruner.
Ermida, por su parte, apeló a los sentimientos y a su historia personal: “Me siento joven y saludable. Mi hijo hoy cumple dos años, soy padre primerizo –compartió–. A veces uno hace humor para tapar la tristeza, la bronca, porque nos han maltratado. Nos han quitado la posibilidad de seguir siendo docentes, nos están quitando la posibilidad de transmitir, y eso no se paga con ningún dinero, es gravísimo, yo añoro dar clases en la UBA”, confesó Ermida, para advertir: “Como dijo (Sigmund) Freud, la angustia uno la termina sublimando en un canto de lucha”.
El profesor Rubén Rojas Breu desplegó en un Power Point su “clase magistral” especialmente preparada para la “gestión” de la UBA. Su “bibliografía obligatoria” estaba centralizada en la Constitución de la Nación, y su “guía temática” iba desde el “respeto por la Ley”, “la educación pública y la UBA”, la “autonomía universitaria y la reforma del 18”, hasta las “pautas acerca de cómo se respeta la dignidad de las personas y los trabajadores”. El requisito que el profesor propuso para la aprobación de su clase era, principalmente, el “acatamiento de la Ley de la Nación 26.508 que establece el límite (de docencia) a los 70 años”.
Por último, y para volver al principio, el ex titular de la AGD, Néstor Correa, retomó el eje del conflicto y anunció una próxima movilización al Rectorado de la UBA.

Informe: Agustín Saavedra.

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