Festejar por izquierda
“…y ahora
que ya no hay trincheras,
el combate
es la escalera
y el que
trepe a lo más alto
pondrá a
salvo su cabeza,
Aunque se
hunda en el asfalto
la
belleza...”
LUIS EDUARDO
AUTE
Izquierdas, historia, memoria y realidad
En mi país (y tal vez en muchos otros) se dice que “ir
por izquierda” es hacer las cosas indebidamente, no seguir los caminos que
corresponde. Por ejemplo, pagar a un funcionario, para que realice una acción
fuera de las normas, para el beneficio de alguien es “ir por izquierda”.
Mientras que ir “por derecha” es ir por la buena senda, por el lugar correcto.
Sin embargo, el término Izquierda en la política,
tiene su origen en el lugar de la Asamblea Nacional en que se sentaban, durante
la Revolución Francesa, los representantes jacobinos, que respaldaban medidas que
favorecieran a las clases más pobres de la sociedad.
Así las cosas, mientras la revolución burguesa iniciada
en Francia contra los “luises” no plasmó la concreción de los ideales de
igualdad, fraternidad y libertad; dando lugar al nacimiento del capitalismo, y
sus sistema de explotación. Nacen, como respuesta los movimientos libertarios
que darán lugar al anarquismo, el socialismo y el comunismo, como diferentes
propuestas de un posicionamiento “de izquierda”.
Las propias contradicciones de esa izquierda, que
produjeron regímenes autoritarios como el stalinismo en la ex – URSS, las
dictaduras de Ceausecu (en Rumania) o Tito (en la ex Yugoslavia); o
aberraciones tales como “Sendero Luminoso” en el Perú, fuero el caldo de cultivo
para una fuerte respuesta del capitalismo. Eso que dimos en llamar: el neoliberalismo.
En 1992 el norteamericano Fukuyama escribió el controvertido
libro El fin de la Historia y el último hombre, en el que defiende que la historia humana como lucha
entre ideologías ha concluido, ha dado
inicio a un mundo basado en la política y economía neoliberal que se ha impuesto a
las utopías tras el fin de la Guerra Fría. En esto creían
sujetos tales como Aznar en España, Cavallo y Menem en Argentina, Fujimori en
Perú o Fox en México. Y lo siguen pensando Berlusconi, Sarkozy y el propio
Barack Obama (que será negro, pero es tan yanqui como los chicos del norte).
Sin embargo, el sueño de líderes como Amílcar Cabral
(Guinea Bissau), Stokely Carmichael (de los Black Panters), el “Che” Guevara o
Frantz Fanon (Argelia), que pareció derrumbarse en los noventa, vuelve.
Vuelve de la mano de un sinnúmero de movimientos sociales
como “los sin tierra” en Brasil, los piqueteros argentinos, las minoría étnicas
en Ecuador, México (con el zapatismo) o Bolivia; y en gobiernos más o menos
populares, más o menos progresistas, más o menos “de izquierda”. Lula y el PT
en Brasil, primero Tabaré y ahora en ex Tupamaro “Pepe” Mujica en Uruguay, el
líder campesino de la mayoría indígena, siempre postergada, en Bolivia. El controvertido
Chavez, el respetado y criticado Fidel Castro, Michelle Bachelet, Cristina
Fernández, Rafael Correa, Fernando Lugo…
Seguro algunos de ustedes me dirán: pero si ciertos
grupos piqueteros están contra los Kirchner y es cierto. Como es cierto que
Bachelet está siendo cuestionada por sectores de la izquierda chilena y el
propio Lula (a pesar de la gran popularidad que posee) recibe palos de la izquierda
externa al PT y de algunos grupos del propio partido del gobierno.
¿Y saben qué? Es cierto. Y muchas de esas críticas son
nobles y valiosas. Pero yo creo que en lo global está más que bueno tener
presidentes como Lula, Rafael Correa, Evo Morales o Tabaré. Y siempre es mucho
mejor Cristina que Macri, o Bachelet que Sebastián Piñera. Incluso es mejor
Zapatero que Aznar, aunque su mirada centrada en Europa, no le permita
comprender sobre los procesos del antes llamado tercer mundo.
¿Qué es ser de izquierda hoy?
“Estamos acostumbrados…
a tener al juez en contra.
y en el descuento empatar.
A que Dios no nos ayude,
a pesar de madrugar.
Estamos acostumbrados,
los hijos del Uruguay.
A creer que en boca cerrada,
las moscas no ván a entrar.
Y a robar a los ladrones,
Porque nos perdonarán…”
PABLO ESTRAMÍN
Esta hermosa estrofa del uruguayo Pablo Estramín
sintetiza, algunas de las cosas que pienso sobre lo que sería hoy derecha e
izquierda.
Izquierda es trabajar desde la adversidad, a veces desde
el gobierno y otras desde el llano, pero nunca con todo a favor.
Izquierda es no contar con otro capital, que nosotros
mismos, las redes de la solidaridad, el sentido del compañerismo.
Izquierda es no quedarse callado, es pelear, es poner el
ojo crítico en la realidad, es testimoniar, pero no quedar atrapado en lo
testimonial como una alternativa para construir una sociedad diferente. Ayer
escuchaba un fragmento de una entrevista a una trabajadora de una fábrica
recuperada, que se pasó en la FM de nuestra Universidad. Ella decía algo así: -
Peleando aprendimos que podíamos gestionar una fábrica, y gestionando la
fábrica, aprendimos que podemos gestionar un país-.
Izquierda es no aceptar el “roban pero hacen”. Porque en
una sociedad nueva y más justa, nadie tiene que robar y el ejemplo empieza por
los gobernantes.
Izquierda es seguir peleando por la memoria, por la
verdad, por el derecho a la identidad y por los derechos humanos en su
conjunto. Se violen donde se violen estos derechos, incluyendo los países con
regímenes que se dicen de izquierda.
Izquierda es luchar porque este planeta sea nuestra casa
y no la fortaleza de algunos, para que los otros vivamos a la intemperie del
calentamiento global, la falta de agua, el cambio climático, la polución y
otras cuestiones parecidas.
Izquierda debería ser no transar, no hablar por izquierda
y cobrar por derecha, como el reciente renunciado Ministro de Educación de
Macri, que en el ámbito académico hablaba desde la izquierda y desde el
ministerio operaba a la derecha.
Izquierda es soñar (y laburar) para que un mundo mejor
sea posible.
Quizás la palabra izquierda esté desgastada, por las
cagadas del stalinismo, los fundamentalismos diversos anclados en partidos de
izquierda, los gobiernos que en su cotidianeidad (siendo supuestamente de
izquierda) reprimen a los opositores.
Mi abuelo Samuel, que fue militante comunista me contaba,
que una de las tantas veces que estando preso, lo torturaban, uno de sus
torturadores le dijo: -Vos nos odiás Vaincito, pero cuando ustedes ganen, nos
ván a llamar apara hacer esto con sus enemigos-. Ser de Izquierda es no aceptar
esto como fatalidad, es plantearse y decir que el poder nuevo no se construye a
partir de las prácticas del poder viejo.
Y ser de Izquierda, es decir con el Che Guevara, que “es
necesario endurecerse, pero sin perder la ternura”.
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