Maldigo la poesía concebida como un lujo, cultural por los neutrales,
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la
poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
GABRIEL CELAYA
GABRIEL CELAYA
En mis habituales conversaciones
con familiares, colegas y amigos, algunos – que poco simpatizan con nuestro
gobierno nacional- me tildan (¿me acusan?) de ser oficialista. El Diccionario
de la RAE dice que oficialista es el “Conjunto de tendencias o fuerzas políticas que apoyan al Gobierno.”
Y, sí, pensado desde ese significado, me asumo oficialista.
Oficialista de un
presidente, que en un pequeño y muy fuerte acto simbólico, puso las cosas en su
lugar, ordenando sacar el cuadro del represor Videla, de la galería de los
retratos de los presidentes, en la Casa Rosada. Pero no solo eso, ya que hoy
Videla está en prisión –como cualquier delincuente- pagando por sus
responsabilidades en los secuestros, torturas y desapariciones. Algo que
intentó el ex-juez Garzón en España, respecto a los crímenes del franquismo, y
le costó el puesto. En cambio aquí, a Videla lo han seguido muchos otros
represores, de primera, segunda y tercera línea, gracias a la reapertura de los
juicios de la verdad.
Oficialista de una
presidente que no se olvida invitar, a todo acto trascendente, a las Madres y
Abuelas de Plaza de Mayo; mientras sus acérrimos opositores de la Sociedad
Rural, jamás dejaron de invitar a la apertura de la Exposición Rural a cuanto
dictador gobernara este país. El otro día, decíamos con un amigo: -cuando uno
mira quienes se oponen a este gobierno, no le queda otra que ponerse de su
lado-. Si los que agitan cacerolas en el Barrio Norte, son Biolcatti y Cecilia
Pando –la militante defensora de los represores- no hay duda de dónde ubicarse.
Oficialista de la Asignación
Universal por Hijos, que muchos partidos incluyeron en sus plataformas y que
luego, como se concretó durante el gobierno de Cristina Fernández, abjuraron de
esa propuesta, como Galileo Galilei lo hizo, respecto a su “…falsa opinión de que el Sol es el centro
del mundo y que no se mueve y que la Tierra no es el centro del mundo y se
mueve…” Solo que a Galileo, lo obligaron mediante la tortura… a ya estos
políticos ¿cómo? Es verdad, sin embargo, que en el terreno de las políticas
sociales hay mucho por hacer, y creo que no en todos los casos se está haciendo
bien. Por ejemplo, en el principio de su gestión Alicia Kirchner criticó el
exceso y la segmentación de los programas sociales, que en muchos casos, se
solapaban y superponían. Y lamentablemente, los planes universales como la
asignación por hijos, se superponen con un conjunto, todavía mayor de planes
sectoriales, que muchas veces más que solucionar cuestiones específicas, son
buenas herramientas del clientelismo político.
Y muchos dirán ¿pero qué hay de
una diferente redistribución de la riqueza? Y yo me atrevo a decir, que no hay
que esperar mucho más, de un gobierno que en palabras de su principal
inspirador, calificó como keynesiano a su proyecto económico. A ver… “El flaco”
jamás prometió socialismo, que quede claro. Y además –me reservo la pregunta-
¿qué sería construir hoy, el socialismo?
Oficialista de sentirme
orgulloso de que nuestra Presidente, les diga a los empresarios reunidos en el Foro
del G-20 en Cannes “Si
quienes lideran el mundo, porque han querido liderarlo también además, no dan
soluciones claras y concretas sobre el sistema de regulación financiera, si
solamente siguen apuntando a controlar a ver en qué gasta cada país las cosas,
pero no controlan qué hace cada banco de inversión, en lo que hace cada
calificadora, en lo que hace cada movimiento de Bolsa, díganme ustedes, son
todos hombres de negocios o por lo menos vinculados a los negocios: ¿qué creen
que pasa cuando un día la señora Merkel se levanta y dice algo que parece que
cayó mal y las Bolsas se van a pique y pierden 4 ó 5 puntos? Al otro día se
levanta el señor Sarkozy dice algo importante que parece que calma todo y
vuelven a subir otros 10 puntos, al otro día el señor Papandreu decide una
consulta popular y nos vamos todos para debajo de vuelta.” Lejos, muy lejos de aquel nefasto canciller de Menem, que
proponía “relaciones carnales” con USA, como eje de la política exterior
Argentina.
Hoy, esa política exterior es clara y activa. Fortalecer el MERCOSUR y
la UNASUR, cultivar relaciones con los países sin sujeciones a los dominantes.
Salir –y vale el ejemplo- rápidamente a condenar el golpe institucional, contra
el gobierno de Fernando Lugo, en el Paraguay. En la línea de aquel histórico:
-¡No al ALCA!- que supo protagonizar Néstor.
Oficialista de ver, como mi país
es hoy de avanzada mundial, en los marcos regulatorios y los programas sociales,
tendientes a un mejor tratamiento de diversas problemáticas sociales (leyes de matrimonio igualitario, educación
sexual, identidad de género, muerte digna, parto humanizado, y otras tantas). Y
aunque es cierto que solo las leyes, no cambian las realidades sociales, estos
marcos generan nuevas realidades o ayudan a construir procesos de cambio
cultural, que seguramente llevarán años.
Oficialista de un gobierno que,
desde Alfonsín hasta Néstor Kirchner, había congelado los presupuestos
educativos y supo eliminar a los docentes universitarios del listado de los aumentos
salariales. Sí, así como lo leen, quienes trabajamos como
docentes-investigadores en las universidades públicas, cobramos el mismo sueldo
desde la llegada de la democracia, hasta que Néstor ejerció la Presidencia de
la Nación. Y eso sin olvidar cuando el inefable Cavallo nos mandó a lavar los
platos, junto a los científicos del CONICET. Un CONICET, que dicho sea de paso,
aumentó considerablemente sus becas y cargos para ingreso y promoción de
investigadores científicos, los subsidios y que desarrolla una clara política
de federalización de la investigación, apuntando a que esa investigación se
desarrolle también, con calidad, en los diversos espacios de nuestra geografía.
En un caso inédito, más de 800 científicos argentinos de renombre, han vuelto a
investigar en el país.
Oficialista de un gobierno que
propone un plan de construcción de 400.000 viviendas, con el doble objetivo de
que igual número de familias accedan a su primera vivienda y al mismo tiempo,
se genere, un importante movimiento económico y de generación de empleo,
alrededor de ese plan. Mientras Merkel, Obama y Rajoy –por poner algunos
ejemplos- solo proponen ajuste, ajuste y más ajuste.
Oficialista de un gobierno que
pretende poner los medios masivos de comunicación, y en especial los audiovisuales,
al servicio de las comunidades, los grupos científicos, las organizaciones
populares, las universidades; grupos e instituciones que en el escenario actual,
dominado por dos monopolios mediáticos, jamás podrían hacer escuchar su voz.
Oficialista de un gobierno que
hizo crecer, como hacía mucho tiempo no pasaba, el campo de la producción y
distribución del arte y la cultura. Basta ver las importantes acciones de la
Secretaría de Cultura, del Instituto Nacional de Cine y Artes Visuales (¿desde
hace cuánto no se contaba con tanto apoyo al cine nacional?), de la Televisión Pública
y de esa maravilla mediático-educativa que es el Canal “Encuentro.”
Pero no todas son rosas, ni todo
es perfecto.
Me gustaría, por ejemplo…
…que se genere y desarrolle una
seria discusión sobre el actual modelo neo-keynesiano, su potencialidad para
salir de esta sociedad injusta; y sobre que
otras alternativas habría, para la construcción de una sociedad más justa,
igualitaria y solidaria.
… que se diseñen y desarrollen
nuevas políticas tendientes a reducir la inseguridad, apuntando a la inclusión
y no a la penalización.
… que los planes sociales
apunten a generar empleo y no a distribuir subsidios y ayudas coyunturales.
… que se inicie un verdadero proceso
de participación de la ciudadanía, en la gestión del estado (presupuesto
participativo, etc.).
… que se replantee la pretendida
organización federal de este país, que cuenta con muchas provincias económicamente
inviables, a las que se maneja desde la administración de la co-participación
federal.
… que se revise y replantee el
modelo sindical, para que los dirigentes dejen de ser empresarios y sean
nuevamente, trabajadores que representan a sus pares.
… que se reformen las leyes,
para evitar que exista una franja de argentinos que vive de la política (la
llamada “clase política”).
… que se planee y desarrolle un
plan para terminar con el analfabetismo.
… que la salud, la educación, el
trabajo y la vivienda, sean verdaderos derechos y no menciones en las
plataformas y los discursos políticos.
… que el INDEC sea un verdadero
termómetro de lo que pasa en el país, y no una medidora “oficialista” que omita
datos, por conveniencia politica.
Por todo eso, soy un “oficialista
crítico”, si me lo permiten…
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